jueves, 14 de junio de 2007

Los Técnicos

Despreciaba a esa secretaria –por ser de esas que mata mientras sonríe-, y ésta me regalaba una sonrisa mientras me negaba una atención médica dizque porque no estaba contemplada en mi plan de salud, pero sabía que de no ser ella, el sistema (la EPS) habría encontrado a otra para hacer lo mismo. Le aborrecía porque había escogido colaborarle al sistema, y yo estaba del otro lado…pero también al mismo tiempo me daba lástima porque sabía que era honrada y que lo hacía por conservar un empleo.

Quise explicarle que estaba engañada, para darle la oportunidad de volver sobre su negación, advirtiéndole que eso no se hace tan automáticamente, que tenía que considerar las consecuencias sobre la salud y la vida de las personas…

-Escuche señorita, yo se que usted cree obrar bien, porque le enseñaron que: ‘esa es la ley, aunque no nos guste’. Pero se equivoca, porque su negación no le trae bien a nadie si no al sistema. Y recuerde que pacientes somos todos: tanto usted como yo, y también su hijo, mis hijos… ¡el sistema nos condenó a todos!

-Yo no puedo hacer más, entiéndame que no es nada personal, pero si quiere, dirija una queja a la oficina de reclamos –me dijo secamente y sin dejar de sonreír-.

Yo se que su quehacer no era buscar a quién hacerle daño, sin embargo parecía no (querer) entender el mal que estaba haciendo. Hubo épocas en que las personas discutían, y hasta se mataban por un color (de partido político, de equipos de fútbol…), pero ahora la política empresarial de la eficacia impuso otra forma de reñir con nosotros. Si al menos nos odiaran, tal vez intentarían hablar con nosotros, aunque sea para reprocharnos algo, pero nos consideran tan poco, que nuestro único defecto es que nos enfermemos… ¡porque mientras no nos enfermemos, todos ustedes reciben dinero por nuestra salud! –le contesté exaltado-.

Y con la mayor cordialidad me cortó: -Mire, yo no voy a discutir con usted, por favor quéjese en la oficina de reclamos y déjeme atender a los que están en la fila que llevan mucho tiempo esperando y que también tienen problemas como usted.

Sentí que era absurdo reclamarle a quién no escucha, ni razona. Antes nos matábamos por odio y desordenadamente, hoy nos mata el sistema –a través de sus ‘empleados’-, sin asomo alguno de dio, pero con método, y ella era una secretaria muy disciplinada y se merecía un escarnio por su cobardía. Así que finalmente salí de la fila, no sin antes replicarle: “Ustedes ya no son humanos, son técnicos”.

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