jueves, 20 de junio de 2013

El corazón mata más

"Los asesinatos y los suicidios no son las principales causas de muerte en Medellín" Así lo afirmó la Secretaría de Salud de la ciudad, durante un debate en el Concejo, el pasado sábado 15 de junio. La primera causa de muerte en la capital paisa son las enfermedades del corazón, sumados todos los fallecimientos de todos los grupos poblacionales.

A pesar de la violencia reinante en la capital paisa, los asesinatos y los suicidios quedaron relegados a un segundo lugar, y esto se debe, según el secretario de salud Gabriel Jaime Guarín, a la acción decidida del Estado por acabar con la violencia.

Y es de anotar que la tasa de muertes violentas llegó a casi la mitad que la de las enfermedades cardiacas, de acuerdo a informe del periódico El Colombiano, del día lunes 17 de junio de 2013.

Sin embargo, lo cierto es que muchas de esas muertes por accidente cardio-vascular, fueron realmente ‘evitables’; pues los pacientes que llegan a hospitales solicitando atención urgente por infarto cardiaco fallecen en las camillas esperando a que las EPS autoricen el tratamiento. O peor, otras veces los devuelven a sus hogares y terminan muriendo en casa.

A estos pacientes que fallecen por enfermedades cardiacas se les toma como ‘muertes naturales’ ¡claro, es natural que mueran si no se les atiende!…como diría nuestro humorista Montecristo.

Pero este es un nuevo fenómeno que se hace necesario estudiar porque se trata de otra violencia: más perfecta, invisible y silenciosa, pero que genera más muertes. Y desde hace muchos años a esos que fallecen, los médicos legistas les llaman “los muertos de la ley cien”, porque no es tan natural. Esa es la violencia institucional (o empresarial) de las EPS.

“Los Muertos de la Ley 100” es también el título del libro –y de la maestría- del profesor Jaime León Gañán Echavarría que se presentará el próximo jueves 20 de junio a las 5:00 p.m. en la Universidad de Antioquia.

Se trata de un completo estudio académico, social y político de este fenómeno que ya se encumbró como el primer factor de muerte en nuestra ciudad, y solo esa estadística lo hace ya muy importante para continuar con otros estudios, como por ejemplo epidemiológicos.

Lo peor de este fenómeno es que la desatención médica no queda consignada en la historia clínica y por lo tanto no hay pruebas de la negligencia. Por eso estas muertes quedan en impunidad y las familias de las víctimas sumidas en la más absoluta impotencia.

miércoles, 19 de junio de 2013

El sistema evoluciona

Según la teoría de la evolución de Charles Darwin, sólo sobreviven los miembros de cada especie que mejor se adapten a las condiciones reinantes; y en el sistema de salud las condiciones reinantes es que sólo se respeta a quienes se adaptan a él de manera irregular... 


Se sabe que los humanos somos la especie que mejor nos adaptamos a los bruscos cambios del medio hábitat. Y esta evolución es la que se conoce como el darwinismo socialEl sistema de salud actual -Ley Cien y sus Reformas- imponen unas condiciones tales, que quien no se adapta, el sistema lo desaparece.

Y en eso los colombianos tenemos un sentido distorsionado de la adaptabilidad y encontramos una forma mañosa, pero es una corrupción que sabemos disimular.

La mejor adaptación al sistema de salud es convertirse en un sumiso trabajador de él, enganchándose en alguna de sus empresas –incluye IPS y órganos de control estatal-. Igual efecto de perfecta adaptación se logra siendo miembro de alguna liga de usuarios de esas empresas (EPS e IPS), siempre y cuando sea manejable y obediente. Estas dos primeras formas se pueden combinar para lograr mejores resultados.

La peor forma de adaptarse al sistema es aceptándolo pasivamente y cumpliendo todas sus reglas, porque pueden envolver al ciudadano en su laberinto de negaciones y retrasos, poniendo en peligro su salud y la vida.

Otra alternativa por la que han optado algunos es ser indiferente al sistema y resolvieron que la mejor suerte es pagar particularmente por toda atención médica o sumar varios tipos de aseguramientos –pólizas- de salud. Pero esta es una opción costosa.

Yo elegí ninguna de las anteriores. Opté por ser un luchador solitario contra el sistema y defensor acérrimo de los pacientes. Pero no un disconforme cualquiera, sino uno con criterios académicos, sociales y políticos, para poder conocer todos sus movimientos y anticiparlos. Aprendí entonces que el sistema no es un caos, ni está en crisis, y que el único fin es eliminar a los que no se adapten (por ser costosos o poco rentables).
En conclusión el sistema respeta sólo a los que se adaptan a él de manera irregular, pues así es su propia naturaleza. Y paradójicamente castiga a quiénes lo aceptan pasiva e irreflexivamente.

Y esta fue la experiencia que vivió el señor Héctor Arias quién perdió un hijo –Steven- en una camilla de una clínica esperando a que entre EPS e IPS autorizaran la atención médica. Y ahora casi pierde a su otro hijo –Bryan- en idéntica circunstancia, pero esta vez –aprendiendo la dura lección- defendió a su hijo denunciando ante la superintendencia de salud el hecho de demorar la atención de urgencias. Así el padre le salvó la vida a su hijo, según lo relata en la crónica periodística del diario Q’Hubo -Medellín- del día 13 de junio de 2013.

Agrega el diario algunas recomendaciones en las que afirma que las prestadoras de servicios de salud tienen sólo 48 horas para resolver la atención médica. Pero como defensor del paciente que soy, les adiciono este conocimiento: el decreto 4747 del año 2007 en su artículo 14, les concede (a IPS y EPS) únicamente dos horas para resolver la autorización y hacer el tratamiento al paciente que está en medio de una urgencia…porque lo que peligra no es la salud, si no la vida.



lunes, 17 de junio de 2013

LOS MUERTOS DE LA LEY CIEN

La secretaría de salud de Medellín en debate en el concejo del pasado sábado 15 de junio, reveló que la primera causa de muerte en la ciudad son las enfermedades del corazón, sumados todos los fallecimientos de todos los grupos poblacionales.
A pesar de la violencia reinante en la capital paisa, los asesinatos y los suicidios quedaron relegados a un segundo lugar, y esto se debe se debe, según el secretario de salud Dr. Gabriel Jaime Guarín, a la acción decidida del Estado por acabar con la violencia. 
Y es de anotar que la tasa de muertes violentas llegó a casi la mitad que la de las enfermedades cardiacas, de acuerdo a informe del periódico El Colombiano del día lunes 17 de junio de 2013.
Sin embargo lo cierto es que muchas de esas muertes por accidente cardio-vascular, fueron realmente ‘evitables’; pues los pacientes que llegan a hospitales solicitando atención urgente por infarto cardiaco fallecen en las camillas esperando a que las EPS autoricen el tratamiento. O peor, otras veces los devuelven a sus hogares y terminan muriendo en casa.
A estos pacientes que fallecen por enfermedades cardiacas se les toma como ‘muertes naturales’ ¡claro, es natural que mueran si no se les atiende!...como diría nuestro humorista Montecristo. 
Pero este es un nuevo fenómeno que se hace necesario estudiar porque se trata de otra violencia: más perfecta, invisible y silenciosa, pero que genera más muertes. Y desde hace muchos años a esos que fallecen, los médicos legistas les llaman “los muertos de la ley cien”, porque no es tan natural. Esa es la violencia institucional (o empresarial) de las EPS.
“Los Muertos de la Ley 100” es también el título del libro –y de la maestría- del profesor Jaime León Gañán Echavarría que se presentará el próximo jueves 20 de junio a las 5:00 p.m. en la Universidad de Antioquia.
Se trata de un muy completo estudio académico, social y político de este fenómeno que ya se encumbró como el primer factor de muerte en nuestra ciudad, y solo esa estadística lo hace ya muy importante para continuar con otros estudios, como por ejemplo epidemiológicos.
Lo peor de este fenómeno es que la desatención médica no queda consignada en la historia clínica y por lo tanto no hay pruebas de la negligencia. Por eso estas muertes quedan en absoluta impunidad y las familias de las víctimas sumidas en la más absoluta impotencia.

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viernes, 14 de junio de 2013

DURO APRENDIZAJE

Según la teoría de la evolución de Charles Darwin, sólo sobreviven los miembros de cada especie que mejor se adapten a las condiciones reinantes.
Se sabe que los humanos somos la especie que mejor nos adaptamos a los bruscos cambios del medio hábitat. Y esta evolución es la que se conoce como el darwinismo social. 
El sistema de salud actual -Ley Cien y sus Reformas- imponen unas condiciones tales, que quien no se adapta, el sistema lo desaparece.
Y en eso los colombianos tenemos un sentido distorsionado de la adaptabilidad y encontramos una forma mañosa, pero es una corrupción que sabemos disimular.
La mejor adaptación al sistema de salud es convertirse en un sumiso trabajador de él, enganchándose en alguna de sus empresas –incluye IPS y órganos de control estatal-. Igual efecto de perfecta adaptación se logra siendo miembro de alguna liga de usuarios de esas empresas (EPS e IPS), siempre y cuando sea manejable y obediente. Estás dos primeras formas se pueden combinar para lograr mejores resultados.
La peor forma de adaptarse al sistema es aceptándolo pasivamente y cumpliendo todas sus reglas, porque pueden envolver al ciudadano en su laberinto de negaciones y retrasos, poniendo en peligro su salud y la vida.
Otra alternativa por la que han optado algunos es ser indiferente al sistema y resolvieron que la mejor suerte es pagar particularmente por toda atención médica o sumar varios tipos de aseguramientos –pólizas- de salud. Pero esta es una opción costosa.
Yo elegí ninguna de las anteriores. Opté por ser un luchador solitario contra el sistema y defensor acérrimo de los pacientes. Pero no un disconforme cualquiera, sino uno con criterios académicos, sociales y políticos, para poder conocer todos sus movimientos y anticiparlos. Aprendí entonces que el sistema no es un caos, ni está en crisis, y que el único fin es eliminar a los que no se adapten (por ser costosos o poco rentables).
En conclusión el sistema respeta sólo a los que se adaptan a él de manera irregular, pues así es su propia naturaleza. Y paradójicamente castiga a quiénes lo aceptan pasiva e irreflexivamente.
Y esta fue la experiencia que vivió el señor Héctor Arias quién perdió un hijo –Steven- en una camilla de una clínica esperando a que entre EPS e IPS autorizaran la atención médica. Y ahora casi pierde a su otro hijo –Bryan- en idéntica circunstancia, pero esta vez –aprendiendo la dura lección- defendió a su hijo denunciando ante la superintendencia de salud el hecho de demorar la atención de urgencias. Así el padre le salvo la vida a su hijo, según lo relata en la crónica periodística el diario Q’Hubo -Medellín- del día 13 de junio de 2013.

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Agrega el diario algunas recomendaciones en las que afirma que las prestadoras de servicios de salud tienen sólo 48 horas para resolver la atención médica. Pero como defensor del paciente que soy, les adiciono este conocimiento: el decreto 4747 del año 2007 en su artículo 14, les concede (a IPS y EPS) únicamente dos horas para resolver la autorización y hacer el tratamiento al paciente que está en medio de una urgencia…porque lo que peligra no es la salud, si no la vida.

jueves, 13 de junio de 2013

A PUPITRAZO APROBARÁN REFORMA A LA SALUD

Los ‘padres de la patria’ lo harán de la manera más rápida posible y casi sin comprender lo que están tramitando.
Lo único que saben es que el Gobierno le interesa eliminar las EPS (Empresas Promotoras de Salud) y el POS (Plan Obligatorio de Salud). Y tal vez es precisamente esa iniciativa la que no entienden, pues cada gobierno de turno fue defensor acérrimo de ellas y ahora él mismo pide acabarlas.
El truco está en no dejarnos confundir. No se trata de benevolencia del Gobierno ni mucho menos que entraron en razón acerca del perjuicio que causaban a la sociedad las EPS y el POS, sino porque ya pueden prescindir de eso.
A las EPS simplemente les cambió el nombre y les dio más poder sobre las IPS (Instituciones Prestadoras de Salud). En cuanto al POS, ya tiene listo un Plan De Salud tan limitado y con protocolos médico tan rentables, que ya los podría ofrecer a todos.
Lo peor es que el Gobierno sabe que nadie le pondrá resistencia por ese POS mediocre ni por la continuidad de las EPS como gestoras: ni los pacientes ni los profesionales médicos ni las ligas o asociaciones de usuarios, ni los organismos de control estatal, ni mucho menos las veedurías ciudadanas.
El Gobierno también sabe que el único punto álgido es la formalización laboral del personal clínico, porque el personal médico siempre pondrá problema por la modalidad de contratación. Sin embargo, el Gobierno siempre se sale con la suya pues sabe que calma cualquier protesta solo con ofrecerles una mediana estabilidad y con asegurarles que el nuevo “patrón” (EPS o gestor o el que sea que se invente) les conservará el puesto –al menos a los líderes de los movimientos-.
A los actuales profesionales de la salud no les molesta que les limiten su ejercicio ni que sus pacientes sean maltratados por el sistema, pero lo único que si los hace protestar es que no les paguen lo suficiente para seguir obedientes al sistema.

miércoles, 12 de junio de 2013

INDUSTRIALIZACION DE LA POBREZA


Bill Gates quiere combatir la pobreza y para eso anunció que ha invertido más de tres mil millones de dólares, según nota del periódico El Mundo del 12 de junio.
Su estrategia consiste en atacar enfermedades relacionadas con la pobreza, con vacunas, medicamentos y tecnología diagnóstica a precios asequibles para gobiernos y usuarios de modo que sean sostenibles en el tiempo.
En la lista figuran enfermedades diarreicas, VIH, desnutrición, tuberculosis y otras infecciosas, cuya única relación con la pobreza es que son la consecuencia, pero no la causa. Pues de esa forma no se erradica la pobreza. Por el contrario, la agudiza.
Lo único que logrará el multimillonario Bill Gates será generar más riquezas para los laboratorios y las industrias tecnológicas –muchas de su propiedad- usando como excusa a los pobres.
Una de las consecuencias de esos movimientos que hacen estos grandes empresarios junto con los personajes políticos es que por ejemplo, nuestro sistema de salud invierte hasta noventa millones en un mes en tratamientos de vacunas, medicamentos y hospitalización en UCI –Unidad de Cuidados Intensivos- contra la desnutrición de un menor de edad, para luego darle de alta a que vuelva a su mísero hogar a continuar cayendo en la desnutrición.
Pero resulta que nos enseñaron que la desnutrición es una enfermedad y que está relacionada con la pobreza. Nos borraron de la conciencia que la desnutrición es causada por la hambruna y que la mejor medicina es la sana alimentación. Como dirían los abuelos: El hambre se cura con la comida.
Decía el español Eneko Landaburu que “la nutrición, la vivienda, la canalización y potabilidad de las aguas, la limpieza, y el saber, influyen muchísimo más en la salud que los mismos medicamentos…” y además es mucho más barato.
Sin embargo, es mucho más rentable para la industria vender vacunas contra la pobreza, pues hasta resulta ser un cuento más fácil para convencer a nuestros cándidos gobernantes (o negociantes).

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lunes, 3 de junio de 2013

OTRAS VIOLENCIAS

Leí recientemente en un periódico dominical que Medellín está a la altura de los países Europeos en el porcentaje de trasplantes de órganos.
Sin embargo el médico –al cual le hicieron el reportaje- se lamentaba de que el número había rebajado a pesar del incremento de muertes por violencia y accidentes de tránsito. El problema radica en la mala publicidad que había recibido el asunto de los trasplantes por la presunta venta de órganos para extranjeros, como lo reportó un conocido periodista.
Pero al margen de esa discusión -que dejó a las clínicas sin materia prima para los trasplantes-, surge otro debate: y es que no se conocía abiertamente que un sector se beneficiara de la desgracia que trae la violencia y los accidentes de tránsito.
Pues ambos son eventos catastróficos que golpean a la juventud paisa –y sus familias-. Pero también están–o estaban- viviendo la etapa de la vida donde eran poseedores de unos órganos codiciados por su madurez estándar para todos los trasplantes de adultos. 
Agregaba el referido médico que no sólo había rebajado el número de trasplantes por la negativa de los familiares a donar órganos -debido a la mala publicidad-, sino que también había otros factores que influyeron en la rebaja de los “donantes”, como por ejemplo los éxitos en los pactos de paz y el respeto a las normas de tránsito. 
Todo ese razonamiento me pareció sorprendente, pero también comprendí porqué la paz podría tener enemigos, o porqué las multinacionales entregaban motos nuevas con la sola cédula y $3.000 diarios. O porqué las leyes son tan permisivas con unos y otros, etc.
Pero después me divertí con lo irónica que es la vida, pues caí en cuenta de algo que parecía desconocer aquel médico entrevistado por Q’Hubo: que el negocio de los trasplantes se lo quitaron a los hospitales –entonces fue un error que los mismos hospitales construyeran otros en Rionegro, cerca al aeropuerto y los extranjeros-; pues ya es un negocio exclusivo de las EPS (primer parágrafo del artículo 32 de la Ley 1438 de 2011 y artículos 37 y 38). Ese es uno de los motivos por los cuáles ahora cada EPS creó su propio hospital.