La salud
se deja permear por modas: hasta hace poco estaba en boga hablar de la reforma,
luego de sus reglamentaciones, después de las redes, y ahora lo “in” es opinar sobre la Ley Estatutaria. Políticos,
intelectuales y hasta líderes de barrio lanzan sus propuestas y critican las
ajenas. Por ejemplo el proyecto de ley del senador Roy Barreras no gustó porque
sólo pretende darle continuidad al sistema; y el de la senadora Zucardi es peor
aún porque busca un refinanciamiento para un sistema que ha demostrado ser corrupto.
De otra parte, el profesor Saúl Franco nos presenta su Ley Estatutaria con un
despliegue de marketing pocas veces
visto: una pedagógica cartilla acompañada de una serie de foros ilustrativos,
que sin ser la solución a corto plazo, si convence más que los demás proyectos.
Ahora el
gobierno anuncia también su propuesta de Ley Estatutaria, para solventar la
crisis de la salud, pero lo cierto es que ninguno de esos proyectos alivia nada
porque no atacan el problema principal…tal vez porque ni siquiera lo conocen…o lo
conocen tan bien que saben que no deben (o pueden) combatirlo.
La
criticada Ley Cien nunca dice que hay que negar las atenciones médicas que
están contempladas en el Plan de Salud (POS), ni que se puede gastar en lujos
los dineros destinados para la salud…entonces lo que hay es una mala interpretación
de la norma, acomodada por unos y otros, tanto los que la ejecutan como los que
la cuidan. Hasta hoy sólo conocemos la Ley Cien que “algunos” han implementado,
pero no la escrita, porque allí no dice que el objetivo del sistema de salud es
ser corrupto y enriquecer a pocos a costa de la salud y vida de todos los demás.
Entonces podría decirse que hasta hoy sólo se ha implementado la versión
acomodada (sesgada) de la Ley Cien…y por eso es criticada con justa razón.
A veces
no es necesario crear nuevas leyes o cambiar las existentes; sino cambiar las
mentes, ser fiel a nuestras conciencias y no a las (malas) tendencias de ser
útiles a ‘otros’ que sólo tienen
intereses mezquinos. Pues sólo siendo mejores compañeros de especie, podríamos
lograr cambios positivos hacia nuestros congéneres, porque ya hemos aprendido
suficiente sobre asesinar mientras sonríes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario