jueves, 11 de abril de 2013

ALIENACIÓN MÉDICA

Las políticas de salud nos abocaron a la alienación, Es como si fuera una condición humana: alienación laboral, de los hábitos, de los medios de información, etc. 

Y en este orden de ideas se puede afirmar que el trabajo que realiza el personal hospitalario es una labor que no les pertenece ni humana ni económicamente porque es ajena, pues la aprobación de su actuar pende del asegurador.

Aquí se profundiza la diferencia entre el potencial humano y lo que se puede hacer, y esta diferencia no sólo es económica sino humana  ya que en estas condiciones que se hace, su producto, no es fuente de desarrollo social.  Así por ejemplo, cada profesional de la salud (hoy llamado Talento Humano) desciende cada vez más su condición humana hasta convertirse él mismo en un mero instrumento, no dueño de su actividad porque este ya no le pertenece.

El profesional sólo se realizará humanamente cuando su trabajo sea libre, para lo cual deberá liberarse (le) de los condicionamientos (legales o no) e intereses que lo hacen no libre, o sea alienado.

El profesional ya alienado actúa sobre los usuarios, bajo la apariencia de una auténtica exteriorización de su vida interna, cuando en realidad es la del ‘otro’ (asegurador -o gestor-, o administrador, o el estado), y entonces reprime sus cualidades humanas.  Este proceso de inconsciente autoalienación construye la esencia de la alienación.  El trabajo deja de ser un fin en sí mismo, es decir, que vincula al profesional positivamente bajo una actividad liberada, sino que se transforma en un medio, y de esas actividades hechas como medio, ya no es constructor de la política social de salud.  Se empobrece entonces humana y profesionalmente en lugar de desarrollarse.  Se deteriora su posibilidad de creatividad, aprendizaje y comunicación.

Esta es la diferencia entre el rol del ‘profesional ético’ sobre el ‘agente instrumento’.  La importancia que tiene su actividad, que comprende que su hacer va allá de aspectos meramente instrumentales, que intentan modificar al hombre (profesional – funcionario – trabajador) y su modo de participar en la realidad.  Porque no debe ser un instrumento para el sistema, sino que procurará, a partir de él modificar conductas, hábitos, actitudes, etc.  Si de parte del personal hospitalario se puede afirmar la existencia de Alienación, del usuario se podría predicar Adhesión.

Pero además de afectarse el ejercicio del Talento Humano por la alienación laboral, también se ve perjudicada la naturaleza de su profesión médica, desde la pedagogía y el profesional que se está formando.

La profesión médica es una actividad socialmente reconocida porque sus fines y bienes proviene de una tradición de buenas prácticas clínicas en la comunidad, y esto es lo que le da sentido, racionalidad y legitimidad social.  Sin embargo hay que reconocer que ésta no existe como algo definitivo, acabado porque la misma dinámica social le exige cambios.  La historia nos demuestra, por ejemplo como en su faceta bioética -que ha estado influenciada por el compromiso ético del Juramento Hipocrático- ésta ha ido cambiando, evolucionando: primero con la ‘Autonomía del Paciente’ en el año de 1947 con el código de Nuremberg, y luego con la introducción del área de la ‘Economía de la Salud’ en la década de los 80’.  O sea que es una naturaleza que se va haciendo, desarrollando.
Por lo anterior esta noción de la naturaleza de la profesión médica debe ser profundizada y clarificada por las instituciones formadoras y por los mismos profesionales en relación con la naturaleza humana y las sociedades.  Porque se percibe que el personal médico de la salud, suele suponer que su tarea consiste en ‘curar’ o ‘prevenir’ la enfermedad, como si la naturaleza de su profesión se caracterizara por unos principios formales, cerrados, inmutables y ahistóricos.

Erróneamente creen que desplegar sus conocimientos, técnicas, destrezas y en eso solemos pensar que consiste la liberalidad de su profesión.  O sea que se toma su naturaleza como terminada, a la que sólo se le agregan aditamentos;  se olvidan (o  no pretenden) desarrollar su esencia: sólo repiten formas humanas (de técnicas científicas, o de administración), que cada vez los alejan más de su libertad y los acercan más a la alienación.

Preguntas:
  • ¿Cómo generar nuevos valores en el personal hospitalario frente a su servicio?
  • ¿Existen instituciones idóneas para realizar tal cambio?
  • La educación ¿Puede – o debe tener ingerencia en generar nuevas actitudes en sus educandos y en el modelo institucional de salud, ante la pasividad con que aceptan las directrices –empresariales y oficiales- de la atención médica?

No hay comentarios.: